lunes, 23 de mayo de 2011

Mi refugio por John Blutarsky


Cuando el fin de la vida es el principio de una nueva. Cuando lo que "viene después" es lo que importa. Eso es "Mi refugio", la nueva propuesta del siempre imprevisible François Ozon tras "Ricky", una mirada dislocada al proceso de destrucción por drogas. Dislocada porque la película parte de ese momento en que el yonki toca fondo y está al borde de la muerte, o la rebasa directamente. El momento en el que sólo le cabe rendirse definitivamente o renacer.

Que es donde se desencadena el meollo de toda la historia. Mousse (Isabelle Carré) despierta de un coma por sobredosis y descubre que Louis, su novio, ha fallecido por el mismo motivo. La madre del chico, para más inri, desprecia al bebé que está por nacer y obliga a Mousse a entregarlo en adopción. Aunque ella de buen principio acepta, pronto decidirá hacerse desaparecer y empezar una vida totalmente distinta en su propio "refugio", una casa a las afueras de París.
 
La cuestión es que Mousse pronto recibirá la visita de Paul (Louis-Ronan Choisy), hermano de Louis, con quien empezará una curiosa relación, un simulacro de vida en pareja por dos personas totalmente independientes: ella está decidida a ser madre soltera. Él es homosexual.

Un nuevo retrato de maternidad urgente tenemos entre manos, pues. A Mousse la cosa le sobreviene de golpe, y ella es quien debe decidir qué coño hacer realmente con su vida. Pero de verdad. No ha pedido ser madre, y tampoco ha pedido pertenecer a ninguna familia. Sólo necesita tiempo para sí misma, aunque luego las circunstancias no se lo pongan tan fácil.

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